LOS
COLORIDOS CHINCHINES GUATEMALTECOS
El chinchín o sonaja es un instrumento
folklórico guatemalteco de la época precolombina. Está hecho del caparazón o
cáscara del fruto del árbol de morro, o también de la jícara o calabacín.
Se han encontrado chinchines o sonajeros
de la época precolombina de barro y madera, fue conocido por las culturas
arcaicas de toda América: Estados Unidos, México y Centroamérica (Castillo,
1981), pero en el territorio guatemalteco se diseñó de esta manera, con el
fruto del morro o jícara.
Su confección inicia al lavar la cáscara
del morro o de la jícara, se pueden dejar de sus colores naturales y pintarlos
con el palo amarillo y achiote para lograr el hermoso tono rojo. Para darles el
clásico color negro se hace con hollín de ocote y se fija con la grasa del
insecto llamado Nij. Al final se frotan con un lienzo de tela para darles
brillo.
Después, se labran los chinchines para
formar paisajes típicos guatemaltecos, figuras de animales, figuras humanas o
personalizado con nombres del departamento dónde se confeccionaron. Con este
sistema también crean guacales o recipientes.
Otra manera de confeccionarlos es que se
pintan con laca negra o con pinturas de aceite, de colores vivos y alegres. Las
decoraciones son figuras geométricas y flores. Todos se rellenan con semillas
de cereales o piedrecitas. Están provistos de un mango de madera para
sostenerlos y poder moverlos con un movimiento de vaivén como maracas.
Utilizar chinchines para hacer ruido
forma parte de la alegre cultura guatemalteca. Este es un instrumento de sonido
particular que disfrutan los niños y adultos para amenizar sus celebraciones,
actividades musicales, posadas y procesiones.
Autora: Vera Bolaños
Este artículo de mi autoría fue publicado en Revista Qué Pasa? del mes de marzo.